En el mundo digital en constante cambio, la definición de banda ancha ha tenido un cambio de imagen; un paso adelante que resuena como un eco de la visión progresista de Jessica Rosenworcel de la FCC. Hace nueve años, este comisionado pidió una revisión en profundidad de los estándares de velocidad de Internet, sugiriendo que cualquier cosa por debajo 100 megabits por segundo para descargar no sólo perjudicaba la educación de nuestros hijos sino que también obstaculizaba el desarrollo de nuestra economía digital. Hoy, lo que parecía un sueño ambicioso finalmente se está haciendo realidad.
La FCC, en un momento decisivo, revisó su clasificación de banda ancha, elevando los requisitos a 100Mbps para descargar y 20Mbps para enviar. Esta actualización rompe con el estándar anterior de 25 Mbps/3 Mbps establecido en 2015, lo que marca un paso significativo hacia la adopción de estándares más altos para satisfacer las necesidades de un mundo cada vez más conectado.
La medida se produce después de un período en el que, incluso en 2021, figuras como Ajit Pai, expresidente de la FCC, argumentaron que las necesidades actuales no justificaban un aumento de las velocidades básicas de banda ancha. Sin embargo, con esta actualización, la FCC adopta una postura que parece afirmar lo contrario, reconociendo así la importancia de adaptarse a la rápida evolución de las tecnologías y usos de Internet.
La nueva definición de banda ancha no es sólo un cambio de cifras. Representa una cuestión crucial para la FCC, ya que le permite evaluar mejor su desempeño en la implementación del acceso a Internet e identificar dónde se necesitan inversiones o regulaciones adicionales para cerrar la brecha digital. Teniendo esto en cuenta, la modernización de los criterios de banda ancha resulta ser una palanca esencial para garantizar que más hogares y empresas se beneficien de una conexión a Internet rápida y fiable, propicia para el desarrollo de una sociedad digital inclusivo y dinámico.
La definición cambiante de banda ancha de la FCC es un fuerte testimonio de la necesidad de revisar periódicamente nuestros estándares para garantizar que reflejen las necesidades actuales de nuestra sociedad. Es un recordatorio de que en el mundo digital permanecer estático equivale a retroceder. Al mirar hacia el futuro con ambición y adoptar estándares más altos, estamos allanando el camino para innovaciones que darán forma a la forma en que vivimos, aprendemos e interactuamos en los años venideros.